El director nacional del partido Liberal, César Gaviria Trujillo, se ha hecho de rogar en la entrega del aval para un aspirante a la Gobernación del Quindío. Muchos lo desean y el más opcionado es el precandidato de la Casa Jaramillo, Juan Miguel Galvis, pero hasta Jorge Ricardo Parra, que ya tiene el aval de Cambio Radical, lo busca. ¿Por qué el revuelo? Este paso será decisivo para la definición de la contienda electoral.

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Jorge Ricardo Parra se reunió con Germán Vargas Lleras, líder de Cambio Radical, para recibir el aval como precandidato de esa colectividad a la Gobernación del Quindío.

Pero Parra quiere más y se filtró que se une al grupo de aspirantes a obtener el aval liberal, en este caso el coaval. ¿Qué tiene de cierto esta versión? Sí, es así: su intención es seria.

Gaviria se va a las matemáticas, analiza cuál es la opción más fuerte, especialmente en presupuesto. Por esa razón es que el nombre de Atilano Giraldo no se descarta, está en la terna.

El cuarto en discordia, Jorge Hernán Gutiérrez, también precandidato liberal a la Gobernación, comienza a ser relacionado con una posible precandidatura a la alcaldía de Armenia, saliendo, con ello, del juego en busca del CAD.

En esta carrera de largo aliento, Parra va desbocado, con ritmo de velocista, y el cansancio podría pasarle factura. Sin embargo, por ahora es el más fuerte, dado que los demás no han arrancado.

Gaviria lo mira de reojo, pero se frena por una razón, Galvis es la carta de la Casa Jaramillo y el hombre del senador Juan Pablo Gallo. Sin embargo, Atilano Giraldo sigue seduciendo con su afamado poder económico, un verdadero mito rural, que no urbano.

El aval, el aval, el aval rojo. Teresa Ramírez decía que era de ella, Galvis discursa que es de él, Atilano planta el rumor de que ya lo tiene, Parra lo desea, Gutiérrez argumenta que por ser el único liberal-liberal es el que lo merece; pero ¿qué dice Gaviria?

¿Lo tiene bajo su almohada?; no, está en una caja fuerte, de la que solo saldrá dependiendo de cuánto dinero vaya a invertir en campaña el que lo quiere, pues esta no se gana con el solo deseo ni con buenas intenciones.

El metálico marca la diferencia, aunque a veces hay sorpresas. Como complemento o contrapeso a esa enorme inversión, en el Quindío se busca el voto de opinión, pero los estrategas pecan; a las encuestas y los sondeos les ha pasado lo del pastorcito mentiroso: se han mostrado tan falaces, que cuando salga la de verdad nadie le creerá.

Ya cogieron fama y nadie las valida; si uno gana, los otros se burlan; si el otro se impone, los demás la minimizan; los likes comprados se ponen de moda; y en plena autopista, los vehículos de los precandidatos liberales están parados, pues el semáforo está en rojo y el rojo, ahora más que nunca, no los deja avanzar.

GS Oliver

Comunicador social – periodista

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