A la cárcel ficha clave de los principales críticos del billón
Darío Ospina, quien fuera asesor del exgobernador Carlos Eduardo Osorio Buriticá.
Desde el momento en que el gobernador del Quindío, Roberto Jairo Jaramillo Cárdenas, entregó el dato sorprendente de que en su gobierno se habían gestionado en los 1.000 primeros días un billón de pesos, en lugar de alegrarse por ese buen desempeño administrativo, los críticos han salido desde diferentes lugares.
Quienes más han señalado con sus pulgares hacia abajo tan gigante acometida son algunas personas que hicieron parte del anterior gobierno departamental, que fue encabezado por el exsacerdote Carlos Eduardo Osorio Buriticá, que en campaña se vendió como una ‘cura’ para el Quindío, por su, en ese entonces, vocación religiosa, pero que resultó siendo una cura más mala que la enfermedad, por sus escasas gestiones y numerosos escándalos.
¿Pero por qué el afán de adjudicarse gestiones que nunca concretaron? Su gobierno es considerado uno de los más pobres en la historia del Quindío en todos los aspectos, hasta en el humorístico, pues cada una de sus entrevistas, sin importar la seriedad del tema que fuera tratado, las abría y las cerraba con un chiste ramplón que solo era acompañado por risas tímidas de los áulicos de su cohorte.
Dejaron muchos proyectos formulados, pero de aquello nada. Con la llegada del gobernador Roberto Jairo Jaramillo y el inicio de la pandemia del covid-19, y los cambios mundiales que esta trajo, dichos proyectos tuvieron que ser reajustados y reiniciar la labor para concretar la llegada del recurso: tuvieron la iniciativa, pero no la finalizaron, no tuvieron el esfuerzo sostenido para concretar, o como el escritor Luis Miguel Trujillo lo diría en su libro Haz que suceda: no tuvieron «terminativa».
Los principales críticos de la Gobernación del Billón son los mismos que se reunían a manteles con el principal asesor del cura, el señor Darío Ospina, también exsacerdote que [traicionando sus votos, tanto de los electores de Osorio como los sacerdotales] se ha visto involucrado en tanto señalamiento legal que ni autoconfesándose podría obtener el perdón.
Ospina fue capturado. Desde hace unos días la noticia se regó por Armenia, pero solo hasta hoy fue confirmada. Se ha iniciado un proceso en su contra por presuntamente tener nexos con el narcotraficante alias Messi, con quien se habría entendido tan bien en ese terreno de juego, que, como paso obligado, al mejor estilo luciferino, cayó de la blancura del cielo hasta las fauces del infierno.
Con este personaje a su lado, y presuntamente patrocinado con los dineros hurtados de Valorización por Luz Piedad Valencia Franco, y la ayuda en campaña del empresario Anuar Oyola, el cura Osorio ganó las elecciones a la gobernación. ¿Pero qué vino le dio de beber Ospina al cura en tan funesto banquete?
¿Será que dicha candidatura fue financiada con el dinero de la Valorización, pero además alimentada por dineros del narcotráfico, lo que habría llevado a la obtención de los 126.000 votos de los que tanto alardean personajes tanto de algunos medios de comunicación como de la política regional?
El tema queda sobre la mesa, más aún cuando con estos antecedentes, con casos de constreñimiento incluidos, hoy se dice que el mismo Oyola (que ha sido investigado por presunta compra de votos) impulsa la campaña a la gobernación de Jaime Andrés Pérez Cotrino. Este recientemente lo negó en una entrevista radial, pero como en política todo se puede, no sería extraño que de esa manera se mueva en la campaña rumbo a las elecciones de 2023.
Por el momento (siguiendo su libreto, pensando debilitar al grupo del gobernador, al que temen, y perfilar a sus propios candidatos), los críticos del billón defienden lo indefendible, mientras se hacen los de la vista gorda con respecto a su amigo, el presuntamente narco (investigado por concierto para delinquir, enriquecimiento ilícito y lavado de activos), y amagan por un lado y salen por el otro, gambeteando como Messi; pero no planearon bien, y poco a poco se hace evidente su modus operandi; mejor dicho, como lo expresaría el cura al cierre de una de sus entrevistas, “como no entienden ni jota, lo mejor sería que los cojan confesados”; pero, para ser honesto, como está la cosa, ni con un billón de avemarías obtendrían el anhelado perdón.