El gobernador del Quindío defiende la reforma a EPQ para que los once socios participen en las decisiones

“Esta lucha termina el día en que todos tengan voz”, dice Juan Miguel Galvis, al explicar por qué no ha renunciado a la transformación de la empresa.

Por Finito

Juan Miguel Galvis no alza la voz, pero tampoco titubea. Su cruzada por transformar Empresas Públicas del Quindío, EPQ, le ha costado horas de estudio, titulares agresivos y, recientemente, un revés judicial. Pero no se detiene. Nos recibe en su despacho, y antes de hablar, repite una frase que parece brújula: “Busco que la empresa sea más justa, para que todos los socios participen en las decisiones, no solo tres”.

Gobernador, usted insiste en cambiar la estructura de EPQ, aunque una reciente sentencia no le da la razón. ¿Por qué continuar si el servicio hoy, según muchos, se está prestando bien?

Porque esto no se trata solo del servicio. Se trata de quién decide sobre él, de cómo se representan los intereses del departamento, de cómo se construye equidad. Si hoy está bien, queremos que mañana esté mejor. ¿Y cómo se logra eso? Con más voces, con más socios participando. EPQ tiene once accionistas: diez municipios —excepto Armenia y Calarcá, que tienen sus propias empresas— y la Gobernación. Todos deben estar sentados en la mesa donde se toman las decisiones. No puede haber democracia con micrófonos cerrados. Desde la campaña le aposté a un cambio en EPQ para bien y ya se han dado buenos pasos porque puse el tema en la mesa, en la mesa principal.

¿Quiere decir usted que la empresa ha mejorado porque usted la llevó a los titulares?

Cuando fui candidato, uno de mis compromisos centrales fue el fortalecimiento de EPQ. Lo dije desde el primer día: el agua debía ser un tema estratégico, no un apéndice; tenía una frase de lucha: votar por los de siempre es votar por un Quindío sin agua, eso marcó, y eso obligó a que, ganara quien ganara las alcaldías, el tema entrara a la agenda, porque esa humillación de la gente yendo con galones a buscar agua en los carrotanques se tenía que acabar. Fue una presión legítima desde la campaña…, EPQ, EPQ, EPQ…, y lo que hoy se ve —la mejora en algunos indicadores, la discusión técnica y política— es producto de ese empuje. Se cambió la conversación, tuvieron que elegir un gerente de campo, no uno de pura oficina, como se acostumbraba, y —sencillo— ya nadie puede gobernar el Quindío sin hablar seriamente de EPQ, ¿quién puede negar eso?

Pero el fallo judicial deja en firme los estatutos actuales. ¿Qué margen real tiene para proponer una reforma?

El fallo se respeta, pero no resuelve el fondo del asunto: que la gobernanza de EPQ está capturada por una minoría de actores locales. Lo que estamos haciendo es levantar un espejo. No nos estamos enfrentando a la ley, sino usándola para mostrar que hay una empresa regional manejada como una tienda municipal. Estamos estudiando qué pasos seguir.

Usted habla de “minorías capturando el poder”. ¿A quién se refiere?

No se trata de personalizar, no es un tema solo de hoy, tambien es de mañana, de futuros gobiernos. Es un modelo que se perpetuó: unos municipios, Quimbaya, Montenegro y Circasia han tenido el control absoluto, mientras otros como Génova, Buenavista o Córdoba no han tenido ni una silla en la mesa. Eso es profundamente injusto, pues en EPQ somos once accionistas; entonces ¿por qué solo unos pocos deciden por todos?

Sus detractores dicen que lo que quiere es concentrar el poder en la Gobernación.

Al contrario, quiero desconcentrarlo. Lo más cómodo para mí sería quedarme quieto, aplaudir lo que hay y dejar todo como está: pero vine a cambiar lo que no funciona. Mi propuesta es abrir, no cerrar; ampliar, no reducir. El poder debe ser compartido entre todos los socios. Esto no es una lucha por más control departamental, es por una verdadera participación regional, de todos, desde Salento hasta Génova.

Gobernador, pero la Gobernación es la mayor accionista. ¿No cree que con eso ya basta?

No, no basta. ¿De qué sirve ser el mayor accionista si no participas en la toma de decisiones? Si estás excluido totalmente. Eso es lo que quiero que cambie en un futuro: que el gobernador, como representante del mayor capital público en EPQ, pueda tener voz real en las decisiones. Es lo más lógico. No se trata de figurar, se trata de gobernar con responsabilidad.

¿Qué rol le cabe entonces al Departamento, siendo el accionista mayoritario?

El que le corresponde: ser líder en lo técnico, garante de la equidad, defensor del patrimonio público. Pero ese rol ha sido simbólico. Estamos como el accionista que más pone y menos decide. Eso no es justo para el Quindío. Y lo vamos a cambiar, con argumentos y con legalidad.

¿Le duele que lo tilden de estar obsesionado con EPQ?

Me preocuparía más ser indiferente. Lo cómodo es mirar para otro lado; lo correcto es actuar, incluso cuando hay incomprensión o resistencia. EPQ debe ser una empresa que escuche a Córdoba, que escuche a Génova, que escuche a todo el Quindío. Lo que estoy defendiendo no es una silla para mí, sino una mesa para todos.

***

La entrevista termina. El gobernador vuelve a mirar sus papeles. Ya no habla de sentencias ni de porcentajes. Habla de una idea. “El agua no tiene dueño, pero sí responsables. Yo, como gobernador, lo soy”, dice.

Y entonces lo resume todo en una frase que no suena a discurso, sino a propósito:
“Esta lucha no es por una empresa; es por democratizar su destino. Terminará el día en que los once socios —los diez municipios y el departamento— participen en las decisiones de EPQ, antes no”.

GS Oliver

Comunicador social – periodista



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