¿Quindío fracasa? Escolares conviven con las drogas

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El diputado Francisco Javier López se equivocó al decir, según versiones de prensa, que en el municipio de Montenegro hay niños menores de 9 años que consumen cocaína. Pidió disculpas por esa imprecisión, pues no hay un estudio detallado sobre el ítem en el Quindío; pero me pregunto si se equivocó en la discución de fondo. Según el Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Población Escolar 2022 (12 a 18 años), el Quindío es primero a nivel nacional en consumo basuco, primero en consumo de estimulantes sin prescripción médica entre estudiantes secundarios, primero en consumo de tranquilizantes sin prescripción médica, segundo en consumo de extasis, tercero en cocaína, quinto en marihuana, tercero en dick, cuarto en popper, cuarto en LSD, cuarto en hongos y quinto en tucibi o nexus. No me hablen de proyectos ni acciones de prevención, vamos más allá. Pregunta clave: ¿existe aquí un programa de prevención en sustancias sicoactivas? Respuesta alarmante: no.

Por Finito

Montenegro se ha visto sacudido por una afirmación que, en menos de 24 horas, provocó titulares, comentarios en redes sociales y un frenesí en las esferas políticas y sociales. El responsable del torbellino: Francisco Javier López, ‘Pacho’, diputado del partido de la U, quien en una intervención pública aseguró que en allí hay niños de tan solo 9 años que consumen cocaína.

Lo que siguió fue una ola de indignación y alarma. ¿Cómo es posible que los niños estén cayendo en el abismo de las drogas a tan temprana edad? Medios locales replicaron sus declaraciones, amplificando el eco de la polémica. Lo grave del asunto es que la información es aparentemente falsa.

Un error que desató una tormenta

Horas después de su intervención, y al enfrentar la presión de la opinión pública, Pacho decidió dar marcha atrás. Reconoció que había cometido una “ligereza” al realizar dicha afirmación y pidió disculpas. “Cometió un error. Ya se percató de ello y pidió disculpas. Yo he estado revisando denuncias y le escribí al diputado para preguntarle si tenía denuncia o algún conocimiento sobre lo que dijo, y me respondió que no tenía nada, que se equivocó”, dijo el alcalde de Montenegro, Gustavo Pava, en una entrevista con FINITO.

Pava, sostuvo que hay que tener cuidado con ese tipo de afirmaciones, “pues el mal nombre le queda al municipio”. Sin embargo, reconoció que el tema del consumo de drogas en menores es un asunto que merece atención en todo el Quindío. “Siempre he estado atento al tema, cambiando vidas. Cuando fui concejal envié a la fundación Hombres Nuevos a 70 habitantes de calle. Ahora, en mi periodo como alcalde, tenemos la casa de mitigación; a nuestro profesional Jaime Cruz, especialista en adicciones, que realiza las intervenciones preventivas en temas de droga universal y selectiva, realiza visitas extramurales y familiares y maneja la escuela de padres”.

Pero más allá del desmentido y las disculpas, lo que queda en el aire es una pregunta inquietante: ¿hay algo de verdad en la afirmación del diputado? Para obtener respuestas, decidí investigar más a fondo.

La situación real: entre el mito y la preocupación

El Quindío no es ajeno a las problemáticas sociales que afectan a muchas otras regiones de Colombia. El consumo de sustancias psicoactivas es una preocupación latente, pero ¿en niños tan pequeños? En busca de una respuesta, me reuní con el secretario de Salud departamental, Carlos Alberto Chacón, quien afirmó: “En lo que expresó el diputado hay inconsistencias. Realmente los datos estadísticos que han surgido en el Quindío vienen del análisis del Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Población Escolar, de la Presidencia de la República”. Me remitió el PDF. El más reciente corresponde al año 2022.

No aparece el dato puntual expresado por el diputado, pero sí tenemos que el Quindío es uno de los departamentos donde niños pequeños, de 12 a 18 años, ya han tenido contacto con algún tipo de psicoactivos porque han visto al papá, al hermano consumiéndolos. Chacón aceptó que el problema del consumo de drogas en menores de edad es una realidad compleja en todo el Quindío, una que no puede ser minimizada. Quiere decir esto que el diputado se equivocó al referirse puntualmente a Montenegro, pero la realidad es que las cifras que corresponden al departamento del Quindío dan pena: somos líderes en consumo y no solo en cocaína.

Montenegro le apuesta a la prevención

Pero vamos al caso puntual de Montenegro. Conversé con Jaime Augusto Cruz Ayala, el licenciado en pedagogía y especialista en adicciones que trabaja en la subsecretaría de Salud de Montenegro: “No conozco ningún caso como el señalado. Estamos pendientes de nuestros niños, niñas y adolescentes, y hasta ahora no hemos encontrado situaciones de esa magnitud. Sin embargo, es posible que sí haya casos de este tipo en el departamento, y es bueno que se ponga el tema sobre la mesa”, aseguró. Cruz añadió que Montenegro tiene establecidos protocolos de prevención y seguimiento, y que están comprometidos con proteger a los jóvenes para que no caigan en el consumo de sustancias.

Pero, aunque el caso específico mencionado por Pacho haya sido una mala interpretación de un informe, su comentario ha dejado una marca. La polémica puso el foco en una problemática mucho más amplia en el Quindío: el acceso que tienen los menores a las drogas y la vulnerabilidad de los adolescentes en entornos difíciles. En lugar de demonizar al diputado por su error, quizás sea hora de reconocer que encendió la alarma sobre un tema que, de otra forma, podría seguir siendo ignorado.

Según el Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Población Escolar 2022, el Quindío es primero a nivel nacional en consumo basuco, primero en consumo de estimulantes sin prescripción médica entre estudiantes secundarios, primero en consumo de tranquilizantes sin prescripción médica, segundo en consumo de extasis, tercero en cocaína, quinto en marihuana, tercero en dick, cuarto en popper, cuarto en LSD, cuarto en hongos y quinto en tucibi o nexus. No es que el Quindío sea el departamento con más casos, pero sus promedios, con relación al número total de estudiantes, lo ubican en la cima de estos deshonrosos escalafones. Y lo más preocupante es que en el Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Población Escolar no se tiene en cuenta la población no escolarizada, que es altamente vulnerable.

Una llamada de atención necesaria

El impacto de las palabras del diputado Pacho ha sido grande. Si bien el comentario fue incorrecto, ha puesto sobre la mesa una conversación urgente que debemos tener. Es necesario fortalecer las estrategias preventivas, aumentar la vigilancia en las escuelas y barrios vulnerables, y garantizar que las rutas de atención a jóvenes en riesgo funcionen correctamente.

En ese sentido, el alcalde Gustavo Pava aprovechó la oportunidad para hacer un llamado a la ciudadanía: “Si alguien conoce un caso de un menor de edad que haya caído en el consumo de drogas, lo único que tiene que hacer es dirigirse a la subsecretaría de Salud. Estamos aquí para ayudar y proteger a nuestros niños, pero necesitamos de la colaboración de todos para identificar y atender estas situaciones a tiempo”.

El verdadero debate

Lo que comenzó como una polémica por un comentario desafortunado, porque el Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Población Escolar no habla específicamente de Montenegro, ha revelado una verdad que no podemos ignorar. El consumo de drogas, la falta de oportunidades, y la escasa atención a las poblaciones juveniles en riesgo siguen siendo problemas que afectan a los diferentes municipios del Quindío. Aún más, esta situación no es exclusiva de una sola región, sino que es un reflejo de una problemática nacional.

Al final del día, el comentario del diputado, aunque erróneo en cuanto a la mención puntual de Montenegro, tiene una lección que debemos aprender. No se trata solo de señalar o buscar culpables, sino de enfrentar una realidad que muchas veces preferimos ignorar. La pregunta que surge ahora es: ¿Qué vamos a hacer para proteger a nuestros niños?

Es momento de que las palabras de Francisco Javier López sirvan como catalizador de un cambio real, porque a veces los errores abren puertas inesperadas, y el del corporado nos ha recordado que el consumo de drogas y la vulnerabilidad de los menores no son temas lejanos o ajenos. No debemos esperar a que los problemas se agraven para tomar medidas, ni debemos dejar que el ruido de la polémica nos distraiga de lo esencial: proteger a nuestra juventud. Ahora, la tarea es nuestra, y el verdadero error sería no hacer nada.

Esperamos resultados. Una cosa es un proyecto o una acción de prevención, otra muy distinta es tener un programa; a pesar del panorama aquí expuesto, en el Quindío, ni siquiera en su capital, Armenia, existe un programa de prevención en sustancias sicoactivas: revisen las cifras, urge establecerlos.

GS Oliver

Comunicador social – periodista

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