Helicoidal: la ‘cola del diablo’ de la vía La Línea

Desde lo alto, el puente Helicoidal parece una espiral blanca recostada sobre la montaña. Tiene forma de churrusco, como una cola de marrano, o, como dicen algunos habitantes de Calarcá, “la cola del diablo”. La carretera no baja, se enrosca: es un tramo donde el bus se siente suspendido, donde todo chirría: los frenos, las llantas, la paciencia.

El sábado 24 de mayo, esa cola volvió a moverse. Un bus que descendía desde la cima perdió el control. El conductor reportó una falla en los frenos. La pendiente no perdona. En una de las curvas, el bus chocó contra las barandas del Helicoidal. Varias personas fueron expulsadas por la fuerza del impacto. Cayeron al vacío desde una altura aproximada de 20 metros. Once murieron. Más de veinte resultaron heridas.

Entre los muertos había estudiantes de ingeniería, profesores, administrativos. Habían salido desde la Universidad Alexander von Humboldt para una visita académica al Túnel de La Línea. El accidente ocurrió en el trayecto de regreso. Algunos revisaban fotos en el celular, otros conversaban sobre lo que aprendieron. Y vino la cola, un grito: “¡perdimos los frenos!”, una curva; y después, el abismo.

Tres estudiantes no asistieron a la salida. Se excusaron. Tenían otros compromisos. Les cambió la vida una decisión menor. Toda la vida contarán esa historia. Los cuerpos de sus compañeros cayeron entre la maleza, al fondo. La mayoría tenía menos de 25 años.

En los barrios que rodean el puente, los estruendos ya no sobresaltan. Se escuchan cada cierto tiempo: un golpe seco, un rechinar de metal, luego el silencio. Algunos vecinos bajan sin apuro. Saben que el Helicoidal no avisa dos veces. Han visto buses colgando, motos estrelladas, carros en reversa. También han visto cuerpos: el hábito no anestesia, pero organiza. Unos ayudan. Otros miran. Otros siguen su camino.

Durante las labores de rescate se reportaron pérdidas de pertenencias. Algunos cuerpos llegaron sin documentos ni objetos personales. No hubo versiones oficiales sobre capturas.

Para facilitar los sepelios, el Día sin Carro, programado para el martes 27 de mayo en Armenia, fue aplazado. Las caravanas fúnebres atravesarán la ciudad hacia los municipios de origen de los fallecidos.

El gobernador del Quindío, Juan Miguel Galvis, solicitó una nueva evaluación técnica del puente. Ya se habían hecho otras. El diseño se mantiene. Las condiciones también: curvas cerradas, neblina frecuente, barandas que ceden.

Si un conductor sabe que va a encarar el Helicoidal, debería revisar su vehículo no una sino varias veces. Los frenos, en especial; pues un mínimo fallo aquí, a esta altura, no se traduce en una falla menor: se traduce en caída; un bus, más aún. En un bus hay pasajeros que confían, que no preguntan, que suben, se sientan, y entregan su vida.

¿Y el Invías? El Instituto defiende la obra. Habla de ingeniería impecable. Dice que la culpa no es de la vía sino de los conductores, que no son prudentes. La vía, aseguran, está bien hecha. El argumento es simple: construyeron un revólver que apunta directo a la sien, y ahora es solo culpa del dedo índice.

El tránsito en la vía se normalizó pocas horas después. El Helicoidal sigue ahí, ninguna valla lo advierte, ningún letrero lo nombra por lo que es, un paso a la dimensión desconocida.

Ayer giré la imagen 90 grados. La miré sin paisaje ni contexto, solo el trazo blanco en espiral sobre la montaña. Y ahí estaba: la forma exacta de una cinta de luto. La misma que se prende en el pecho cuando la muerte se queda. La misma que no necesita palabras.

Y entonces lo entendí: el Quindío —ese pequeño departamento en el centro del mapa— es llamado ‘Corazón de Colombia, y justo ahí, en el pecho del país, con la precisión de un alfiler que duele, alguien ha puesto una cinta negra, no de teal, no simbólica: una cinta real, asfaltada, curva, mortal: una cinta de luto que atraviesa el corazón y que, de manera sencilla, como si no supiéramos lo que significa, simplemente llamamos: el Helicoidal.

GS Oliver

Comunicador social – periodista

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