Presidente Petro, Colombia está en deuda con el Quindío olvidado

(…) como quedó en evidencia con el drama de El Alambrado, por soportar el peso de las cargas ajenas este Quindío no puede recibir como premio su caída a pedazos, por el contrario, debe ser tratado como lo que es: el motor de Colombia.

[Finito] ¿Recibe el Quindío lo que realmente merece por ser el paso obligado de la economía del país? La caída del puente de El Alambrado y el colapso del de Barragán, que lo conectan con el Valle del Cauca, sacó a la luz a ese Quindío olvidado que ve pasar, representada en inagotables hileras de camiones y tractomulas cargadas, la economía del país, padeciendo el desgaste de sus vías y el deterioro de sus puentes, pero recibiendo en contraprestación muy poco.

Es el Quindío uno de los departamentos de menor extensión territorial de Colombia, con apenas 1.845 km², pero por su anteriormente mencionada importancia, no requiere (está claro) de un trato igualitario, en el que seguiría en evidente desventaja, sino uno equitativo para equiparar en músculo financiero a gigantes como su vecino Valle del Cauca, que lo supera en tamaño 12 a 1, con sus 22.140 km² de extensión y sus 42 municipios.

¿Pero por qué un departamento pequeño debe ser tratado igual que un gigante como el Valle del Cauca? Porque este sin el Quindío es un Goliat atrapado en su territorio, con el Pacífico en su patio trasero, pero encerrado en un paraje de difícil acceso, en el que para salir debe pagar una verdadera fortuna.

El presidente de Fedetranscarga lo dijo: por la caída del puente, el costo por viaje en vía alterna aumentaría $400.000. ¿Entonces cuánto vale el servicio que el Quindío le presta al país? Vale más de lo que recibe: olvido y abandono. El Valle del Cauca y su puerto de Buenaventura se enriquecen, y ¿el Quindío qué?

Dicho punto es fundamental en la agenda del gobernador del Quindío, Roberto Jairo Jaramillo Cárdenas, presidente de la Federación Nacional de Departamentos, FND, para el presente año en sus encuentros con el presidente de la República, Gustavo Petro Urrego, que deberá priorizar al Quindío, que no solo es el ‘Corazón Verde de Colombia’, también es el corazón vial, el que hace que todas sus arterias trabajen con normalidad o que, por el contrario, el país se paralice. Así quedó en evidencia tras la emergencia de El Alambrado: si el Quindío no está al 100%, Colombia sufre, los alimentos aumentan sus precios, así como todos los productos que hacen tránsito por su territorio, lo que golpea los bolsillos de todos los colombianos.

Entonces, este departamento no debe ser juzgado por su tamaño, sino por lo que representa para la economía de Colombia, pues es evidente que olvidarlo es un suicidio para la República. El Valle del Cauca, por su parte, uno de los entes seccionales más ricos de Colombia, debe hacer un acto de contrición y mirar hacia los municipios de su zona norte, que históricamente se han sentido rezagados, tanto que incluso Caicedonia y Sevilla han tenido en años anteriores intenciones separatistas y han estudiado la alternativa de unirse al Quindío, como lo hicieron los caicedonitas durante la gobernación de Germán Villegas, cuando pusieron vallas en las que se leía «Bienvenido a Caicedonia, tierra del Quindío» (https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-4470424) .

El departamento es una víctima que requiere reparación. El gobernador Jaramillo Cárdenas ha cumplido gestiones históricas para el departamento, pero es hora de que no sea el Quindío el que para ser tenido en cuenta tenga que salir a tocar infinidad de puertas, sino de que el país, sin necesidad de ello, lo mire con el respeto que se merece y le dé lo que en verdad se merece, pues como quedó en evidencia con el drama de El Alambrado, por soportar el peso de las cargas ajenas este Quindío no puede recibir como premio su caída a pedazos, por el contrario, debe ser tratado como lo que es: el motor de Colombia.

GS Oliver

Comunicador social – periodista

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