La Policía Nacional, contra la prensa

Tarde, todo se hizo tarde en el incendio que arrasó por lo menos 10 viviendas en el barrio Patio Bonito de Armenia. Los bomberos llegaron cerca de una hora después al lugar de la conflagración y la Policía Nacional lo hizo también cuando los eternos segundos desde el inicio del desastre se contaban por cientos.

Las razones de tal tardanza aún se desconocen; pero cuando llegaron los bomberos, como siempre, mostraron su valentía, arriesgando sus vidas para salvar el barrio completo de una desgracia cuyas proporciones hubieran sido gigantes.

Los medios de comunicación también cumplieron una labor para destacar. Desde el minuto cero, los periodistas se desplazaron al lugar de los hechos y le informaron al mundo sobre lo que estaba sucediendo en la capital del Quindío.

Pero algunos elementos de la Policía Nacional, desconociendo la relevancia de dicha acometida, cuando lo más grave había pasado y cuando el humo blanco comenzaba a difuminarse en el cielo cuyabro, pisotearon a quienes encarnan el don de servicio, personificándolo de tal manera, que apuestan el todo por el todo por mostrar la verdad.

Trataron de amarillistas y menospreciaron la labor que cumplen los mismos hombres y mujeres que hace pocos días se pararon firmes ante el poder del Estado para decir que lejos de ser cobijados por un cerco humanitario, los 70 policías retenidos en San Vicente del Caguán, Caquetá, en hechos que dejaron un uniformado y un campesino muerto, habían sido secuestrados.

¿Es entonces la prensa buena solo para hablar de positivos, de resultados operacionales y todo lo que le convenga a la institución, pero mala en cualquier otra situación? Se debe apostar por la coherencia.

A Valeria Machado, de Quindío Noticias, y a sus miles de seguidores los empujaron tras la cinta de acordonamiento, porque es claro que todas las personas que estaban conectadas a través de sus celulares, sus PC o sus tablets sintieron el rechazo, no de salvaguarda, sino de revanchismo del rocoso y bipolar, a veces amable, a veces prepotente, brazo de la ley.

Pero aun con esos desplantes, los periodistas siguen adelante, y lejos de quedarse detrás de la cinta, la cruzarán sin dudarlo para promover la búsqueda de la solidaridad de todos los quindianos para que esas casas destruidas renazcan de sus cenizas, y ahí sí a estos hombres y mujeres se les reconocerá que son demasiado importantes, y no serán tildados de amarillistas, serán todo lo bueno que se dice de ellos cada 9 de febrero.

Por Oliver GS

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