Los Cortés. Así se han manejado los hilos para manipular elección de director en CRQ
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No la pasan en Netflix ni en HBO, pero al ver la elección de director en la Corporación Regional del Quindío, CRQ, parece una serie de mafia; y me perdonan la comparación, pero estoy viendo Los Soprano, donde un gigantón de 150 kilogramos aplasta a quien se le atraviese.
Esto es lo que ha pasado (sirve como sinopsis). Un hombre, José Manuel Cortés, después de ciertos movimientos estratégicos, llega a la dirección, el cargo más importante de la entidad que, en uno de los 32 departamentos de Colombia, maneja todo el tema ambiental y dispone de un presupuesto millonario: la CRQ.
Entre polémicas (ver notas de prensa), cumple su periodo como director durante los 4 años reglamentarios y un poco más; pero antes de que culmine su tiempo, habría ideado un plan para quedarse en el poder, aunque sea en cuerpo ajeno. Se denuncia que habría tejido una serie de tramas. Sabía que quienes elegirían a su sucesor serían los 13 miembros del Consejo Directivo, y hacia allí dirige su mirada.
Los que votan son el gobernador, un representante de la Presidencia de la República, un representante del Minambiente, 4 alcaldes, un representante de las comunidades negras, uno de las comunidades indígenas, 2 representantes de empresas y 2 de ONG ambientales.
Necesita un mínimo de siete votos. Deberá ser muy preciso. ¿Con quiénes podría llegar a acuerdos? Con el gobernador, no; con el de la presidencia, no; con el de Minambiente, no; con los alcaldes, tal vez; con los demás, posiblemente. Se la jugaría e iría por ellos.
¿Cómo hacerlo? Tiene una idea ganadora. Aquí comienza lo grave: hacer que sus hombres de confianza en la CRQ, Jáider Arlés Lopera, Andrés Alberto Campuzano, Jhoan Sebastián Pulecio y Carlos Ariel Truke, integren el comité evaluador en la elección de los representantes de las negritudes, indígenas, las 2 empresas del sector privado y las 2 ONG, para que estos sean de los suyos. Con eso, obtendría 6 votos, y con un alcalde que los apoye, podrían superar a la competencia.
Cortés abrió las convocatorias. Después nombró a Lopera, Campuzano, Pulecio y Truke como integrantes del comité evaluador. Ellos fueron los encargados de recibir la información de todas las empresas (y demás) que se presentaron y mirar cuáles cumplían y cuáles no cumplían con los requisitos; de ahí pasaron a presentar el informe de evaluación. Después siguió la reunión de elección que fue aperturada por Cortés y en la que ellos mismos eligieron, en el caso de las empresas, a Don Pollo y ladrillera La Campana.
Aquí hay una irregularidad, conflictos de intereses, sobre lo que existe jusrisprudencia (Consejo de Estado Rad. 110001-0328-000-2013-00006-00) que apunta a evitar que el acto de elección i) rompa el equilibrio
institucional, ii) genere tratamientos injustificadamente desiguales, iii) propicie practicas indebidas, como el conflicto de intereses, el clientelismo y, en general, iv) avale comportamientos contrarios a los principios del articulo 209 C.P.(…)”.
En este caso, quien intervenga en la elección de los integrantes de un Consejo Directivo después no podrá ser parte de una lista de candidatos en una elección que decide ese mismo Consejo Directivo. Con esto se evita la puerta giratoria.
Se alinea a los alcaldes, los 4 de la junta, unidos por un pacto. Ya tiene los votantes para que gane uno de Cortés. ¿Qué falta?: poner como candidatos a la dirección de CRQ a unos de los suyos. Entonces se inscriben como candidatos (no van a creer quiénes) Lopera, Campuzano, Pulecio y Truke, precisamente los que eligieron a quienes van a votar. Manipulación evidente: ¡nadie se lo esperaba!
Unos ciudadanos y el abogado Felipe Urrea se dan cuenta de su jugada y recusan a los consejeros y a los 4 candidatos por conflicto de intereses. El cerebro del proceso está en problemas: si no se resuelven las recusaciones, no se podría avanzar con el proceso de elección; y si las resuelven, claramente se comprobaría el conflicto de intereses y los suyos saldrían del juego.
¡Qué esperar ni qué nada!, elijen, aunque saben que esa elección en 8 meses la tumbará el Consejo de Estado. Y todos votan por el escogido, Jáider Arlés Lopera. ¿Quieren dinero, quieren contratos, quieren que les archiven procesos sancionatorios?
Uno de los representantes del sector privado, la empresa Don Pollo, aunque fue recusado, votó. Don Pollo tiene procesos sancionatorios activos por parte de la CRQ; por lo tanto, no debería poder elegir al director encargado de la misma CRQ, pues este será quien designe al funcionario que lleve estas investigaciones. Estamos ante el famoso “yo te elijo, tú me archivas”. ¡Huele feo!, a galpón contaminante.
¿Entonces Don Pollo está sometido?, ¿por ser descuidado con la protección del medio ambiente, estaría atrapado y entrega su voto, sin importar las recusaciones y lo que dijo el Consejo de Estado?, ¿sin importar que sería actor de un conflicto de intereses evidente? La ladrillera La Campana incurre en el mismo conflicto.
Viene un revés: el Consejo de Estado anula la elección de Lopera y el Tribunal Administrativo del Quindío anula la elección de los representantes de las ONG por conflicto de intereses. El Consejo Directivo queda entonces con solo 11 votantes.
¿El Consejo de Estado se ha tirado todo? Puede ser; pero la procuradora, que es de la misma corriente política del grupo que ostenta el poder en la CRQ, redacta un documento. Es la misma procuradora que por cerca de un año (¿por qué tanto?) no ha resuelto las recusaciones, a pesar de los evidentes conflictos de intereses; pero que ahora presiona al gobernador del Quindío para que se remueva del cargo al director anulado. Pero el gobernador no se inmuta, está esperando a que llegue septiembre y haya cambio de Procurador General de la Nación. Podría ser que con este haya garantías de transparencia.
¿Entonces siguen la ley? No, eso no. ¡Qué esperar ni qué nada!, elijen. Ignoran una nueva recusación “contra miembros del Consejo Directivo en el marco del proceso de remoción del director general y designación del respectivo encargado”, presentada el 29 de julio, y el 15 de agosto eligen (no van a creer a quién) a Esteban Cortés, el hermano de José Manuel Cortés, quien había sido puesto en cargos estratégicos, porque ya nada importa, ya no hay apariencias que guardar.
Aunque sabían que se había presentado una nueva recusación y que la elección no se podía hacer, los consejeros eligen. ¿Y por qué el afán? Las veedurías denuncian que es para que Esteban Cortés coordine la elección de los representantes de las ONG que el Tribunal Administrativo del Quindío anuló. ¿Quieren que escoja de nuevo a 2 representantes manejables para que el Consejo Directivo vuelva a tener 13 votos? Es enredo tras enredo, una trama oscura: si se llegara a comprobar que Cortés los corrompió a todos, ¿estaríamos ante un proceso de qué? Exacto: de corrupción.
Esto me recuerda a Los Soprano: el medio ambiente no importa, importa la plata. Si alguien se anima a hacer con esto una serie, ahí podría terminar la primera temporada, con Cortés riéndose mientras mira fijamente a la cámara; seguido, en otra toma, mostramos una mano arriba y se escucha una voz que dice «sí juro»; en un documento que es firmado por un hombre se alcanza a leer Procuraduría General de la Nación. La segunda temporada podría arrancar con la elección del nuevo procurador general. Ya tengo nombre para la serie: llamémosla Los Cortés.
GS Oliver
Comunicador social – periodista